jueves, 1 de octubre de 2009

La tienda de caramelos que endulzó Madrid

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Cuando acabó la guerra en España la gente tenía la necesidad de sonreír de nuevo, volver poco a poco a disfrutar otra vez de la vida y olvidar tanto sufrimiento. Los niños madrileños de la época descubrieron en la Calle Toledo, 55 hace ya 69 años la tienda de Caramelos Paco.


Al principió surgió como una tienda de comestibles pero pronto se especializó en dulces y más tarde en caramelos.


Poco a poco se fue haciendo con más terreno, primero absorbió el local de al lado, una vieja sastrería, y después se extendió también a la acera de enfrente.


El secreto de Caramelos Paco es la producción propia de caramelos elaborados solo por ellos y vendidos en su tienda de la Calle Toledo.


Yo si hubiera sido el dueño de Caramelos Paco justo al lado hubiera puesto un dentista para hacer el negocio ya redondo.


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8 comentarios:

/ dijo...

Estoy apuntando. Si vuelvo a Madrid, la visitaré.

BESOTES DANI Y BUEN FINDE!

Manu Romo dijo...

¡Qué casualidad!
Hoy mismo mi amantísima esposa me ha regalado una vaquita de caramelo de "PACO", luego, aún sigue endulzando a Madrid.

Stultifer dijo...

Comenté hace tiempo en otro blog que hablaba de Caramelos Paco que en las piedras de la sierra de Madrid que se ven desde el tren que va de Atocha a El Ecorial estaban pintadas con esa marca: "Caramelos Paco". A la vez, subía en alguna de las estaciones del recorrido un señor que regalaba un caramelo y vendía papeletas para una rifa. A nadie le amarga un dulce.

mcarmen dijo...

Hace siglos que no entro, pero con mi madre iba bastante de pequeña ;-), no sé cómo se atrevía a entrar conmigo!

pape dijo...

No he entrado nunca, pero tiene una pinta que cualquiera lo hace. Seguro que me iría con un saco lleno de golosinas.Uhmmmm!
Un besin

Winnie dijo...

Iré corriendo a endulzarme....besos

anapedraza dijo...

¡Hola Danimetrero!

La conozco, y he comprado caramelos varias veces (siempre para regalar), ¡están buenísimos!

¡Un abrazote!

MIGUEL

maurice gozlan dijo...

Me acuerdo que teniamos que escondernos para comer caramelos, siempre mi madre tenía la (buena) excusa de no dar demasiado trabajo al dentista, que, según su tono intimidatorio, la del dentista era una visita que provocaba dolor a todos los niños. Resultado es que creciendo no nos hicimos muy golosos, unicamente el mas peque de nosotros, Fernando, a quien se quitaron las prohibiciones y se le concedió comer caramelos varios, fue el que ahora visita mas a menudo al dentista… y al dietólogo!. Que gracia!