La obra propone al público un intenso debate sobre muchos de los tópicos y tabúes que asociamos a la vida en pareja como la sinceridad, la infidelidad o la dependencia y se invita a los espectadores a que se conviertan en privilegiados voyeurs de una historia donde el amor, el deseo y el sexo son los motores que mueven a sus dos protagonistas.
En Cuando fuimos dos no hay buenos ni malos, solo dos personajes cercanos y muy reconocibles que buscan el modo de salvar una historia que ninguno quiere dejar morir.
Un combate dialéctico, emocional, con sentido del humor donde, como en toda relación de pareja, la verdad absoluta no existe.
Eloy y César comienzan como tantas otras parejas: en la cama. Sin embargo, su atracción sexual acaba convirtiéndose en algo más. Quizá porque a César le fascina el mundo intelectual de Eloy. O porque a Eloy le resulta magnético el imán sexual de César. Sin embargo, las diferencias que en un principio los acercan, acabarán distanciándolos.
Una historia cotidiana que se construye a partir de los recuerdos desordenados y, por supuesto, manipulados- de sus protagonistas. ¿O es que alguien es capaz de recordar una historia de pareja de forma serena y organizada? Las escenas se suceden como los fogonazos de una pasión que se empeña en dejar de ser y que, quizá, nunca lo fue del todo. O quizá sí. Quizá lo fue tanto que no tenía más opción que la de terminar desvaneciéndose.
Cuando fuimos dos de Fernando J. López (finalista Premio Nadal por ´La edad de la ira´) está dirigida por Quino Falero ( director de ´El manual de la buena esposa) y cuenta con los actores Felipe Andrés y David Tortosa.
Se convierte en la primera obra que, apostando por la igualdad y abordando las relaciones homosexuales con total y absoluta naturalidad, se sitúa en primera línea de la cartelera madrileña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario