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Cuando Pippa con el guapo subido, la sonrisa llena de dientes y el pelo azul-azul tan azul como el mas azul de los de los azules ojos del gato Estanislao llegó a la conclusión de que podía conseguir la suficiente cantidad de pipas como para aguantar todo un año sin depender de la tacaña paga que la abuela Cleta le daba semanalmente, simplemente con enterrar una pipa, buscó LA MACETA, plantó la que mejor aspecto tenía y la regó abundantemente con el contenido de una botella de vidrio de superficie rugosa que tenia pegada una etiqueta con un mono de color amarronado y volvió al estuche de colores, al cuaderno blanco y a la alfombra del salón.
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